sábado, 28 de mayo de 2011

Ex

Ahora formo parte del expediente de tu vida. Mis labios permanecen exiliados de tus besos. Sólo quedaron diluidos recuerdos de nuestra experiencia. Execrado mi nombre de tu memoria, expirado mi tiempo contigo, mientras vuelvo a escarbar los restos de polvo con el inquietante deseo de exhumar lo vivido. Tal vez exagere un poco cuando dejo huir mi alma en media exhalación. Tú, te has quedado en tu extremo. Yo, expectante en el exterior de tus días. Aún no logro expiar mis culpas. Sin hallar las exactas palabras que me permitan explicarte de nuevo lo explosivo. Extraño tus exquisitez, tu sonrisa, tu excitación, tu temblores, toda tu existencia. Carente de exequias, mis anhelos en constante éxodo de tu sed, regresan vacíos y exhaustos. No logro tener éxito contigo. Exento del contacto de tus extremidades, me castigas con tu olvido. Y aunque insista en exaltar tus virtudes, no cambiaría tu exacerbada actitud. Me he gastado cada exaudible acción, toda excusa... Extenuada mi voz de exorarte tanto. Me niego a aceptar que ya no soy tu exultante compañero. Apenas un eterno extranjero de tu excelsa piel.

sábado, 14 de mayo de 2011

Satélites

Tu mirada incandescente abrasó mi conciencia. Ahora me arrastro cual Caronte a tu alrededor. Te espío. Te anhelo. Merodeante gasto el tiempo y planeo la estocada. Al acecho permanezco, a la espera del momento preciso. En este juego de cacería mutua, donde ninguno se permite ser la presa, se agotan las rutinas. Te escondes. Te muestras. Bates tus alas, dejándome un rastro de tu perfume. Aspiro tu dosis de entre el vapor colectivo. Juegas. Giras. Retornas. Me mantengo en el mismo punto: Tu centro. Te acercas. Muestras tus dientes. Salivo otra vez. Los Webers al ciento por ciento. Mi piel a cien centígrados. Tu plan al descubierto. Dos segundos. Tres centímetros. Vuelves a danzar. En eterna traslación los labios entreabiertos no llegan a robarse el sabor. Apresuro el paso, sin embargo no logro avanzar. Pierdo el aliento. Me observas desde allí... En mi autocombustión. También ardes. Me asaltas en un susurro. Y por primera vez, los sudores se mezclan. Me consumo. Crepitas. Par de seres flamígeros que se niegan la extinción. Egos gigantes que no ceden. Grandes mentiras que no se aceptan. Pequeñas verdades jamás descubiertas. Con una ración de mi aliento, te alejas otra vez. Con tu rocío en el mío, obedezco en silencio. Regreso a mi rutina y tú, a orbitar...

domingo, 10 de abril de 2011

Tomas

Me ases. Me acercas a tus labios ávidos. Absorbes mi alma. Me haces... feliz. Me dejas. Y yo me quedo a la espera del próximo encuentro. Tu sed insaciable te hace volver aquí. Siempre me hallarás dispuesto. Servido. Tus dedos se deslizan por mi superficie. Cubre mi cuerpo un rocío que se confunde con tu saliva, y alguna que otra gota se cuelga de tu dulce comisura. Me tomas... Yo vuelvo a ceder entre tus manos. No te importa lo que sienta, sólo procuras tu satisfacción. Nada importa, soy de cartón... Transpiro expectante, mientras te saboreas una vez más. Aquí permanezco. Con un mar efervescente por dentro. Entero a la entrega. Tus manos me cogen nuevamente, y mi piel se deshace cual cera fundida. Las burbujas corren presurosas hacia arriba para hacer una fiesta en tu lengua. Esa que me estremece y me deja un tanto vacío en cada succión. Te has llevado todo. Me abandonas rendido. En plena humedad y con los restos de tu carmín, te muestro el último sorbo. Ven. Vuelve a probar. Cuánto más lograrás tomar... Siempre, y aquí podrás colmar tu ansia de mar...

miércoles, 30 de marzo de 2011

Mi amigo Jack.

Se abrió paso de entre la multitud. Sus ojos inquietos le buscaban desesperadamente en los innumerables rostros felices que se acercaban curiosos. Apuro la sonrisa, vistió el mejor brillo de sus pequeñas pupilas. Hoy sería el día. Hoy sería diferente. Cada tarde observaba venir la marea de constantes visitas. Aquella que ahogaba su intranquilo corazón con la más dulce esperanza de encontrar su lugar. Las caras paseaban, cual feria fugaz, con sus risas, silbidos y gestos. La caravana se iba al final del día, dejando paso al frío nocturno. Para luego encontrar el vacío y la melancolía... Cuántas noches lloró en silencio. Tantas lágrimas contadas a través de las barras. De qué manera le extrañaba. Pero esta vez no. Ese era el momento. Se lo había prometido a sí mismo. Hoy vendrá por mí- se dijo-. Y volvió a luchar otra vez. Se esforzó como nunca. Hoy dirán su nombre. Aprestó el oído para ganarse un espacio entre el bullicio hiperquinético que le rodeaba. Y en un instante inesperado había sucedido. Dos grandes ojos verdes se detuvieron en los suyos. Su cuerpecillo se estremeció en un temblor nervioso. Le iluminó con su inocente sonrisa. Mostró los dientes otra vez. Y su corazón y su aliento se detuvieron por microsegundos, cuando le tomó entre sus brazos. "Hola, Jack". Le dijo con enorme ternura. Sus ojos se ahogaron al oirlo. Jack. Jack. Lamió sus mejillas. Con un dulce ladrido le prometió ser su fiel y eterno amigo.

martes, 22 de marzo de 2011

La Prima Vera


Apenas la lluvia se había secado en los cristales. El frío aún mordía fuerte en los huesos. Un aire pesado y gris reinaba en los alrededores. Antonio había olvidado sonreír. Perdío la costumbre de silbar por las mañanas cuando ella partió. Ahora sólo compartía las horas con el silencio. La soledad se sentaba a su mesa para cenar con él. La pesadumbre se adueñó de sus piernas, y el frío amenazaba con ganarle otro espacio en la habitación. Arrellanado en el sillón, Antonio o Toño, como le decía, permanecía quieto, trémulo, ahogado en los recuerdos. No tenía a nadie más. Sólo sus labios fresa que ahora se habían marchado con el sol. Desde la ventana, observaba como el blanco se apoderó de su jardín. Había contado una a una las hojas que caían lentamente con cada recuerdo difuso. Como cada escarcha que se deslizaba en sus mejillas. ¡Si tan sólo fuese posible olvidar! Su presencia danzaba entre cada rincón del espacio vacío. Así pasaba las noches mellizas y los días clonados. Pero en esa hora, que no era distinta a ninguna otra, era más bien la eterna repetición del tiempo, alguien tocó a su puerta. Con desgano, Toño, se acercó al pomo, le hizo girar, y en frente de él la visita inesperada. Era Verónica, o Vera como le decía ella a su prima favorita. Había venido de tan lejos y después de tanto tiempo. Llegó cargada de flores, con una amplia sonrisa color melón. Sus cobrizos cabellos ondulados rendidos al viento sobre sus hombros, reflejaban una luz inusual. Atravesó el portal y un rayo de sol le siguió tímido desde la ventana. La prima Vera entró a su hogar, trayendo consigo el calor que había perdido, el color del prisma de la alborada, y un suave perfume a nardos. Toño, inmóvil, le observó. Incrédulo, se sentó, mientras curiosos gorriones se asomaban por el ventanal. De pronto, casi sin darse cuenta, Toño, volvió a sonreír...

domingo, 6 de marzo de 2011

De Luz

Le sujetó firmemente su mano. Le había jurado permanecer allí hasta el final. Contra cualquier pronóstico, cumpliría su promesa de estar por siempre a su lado. Ella, tendida, respiraba con dificultad mientras su mirada cargada de angustia se clavaba en las pupilas llorosas de él. -Respira, respira- le consolaba. El suplicio aumentaba a cada tanto, arrancándole quejidos al aliento escaso. Llena de miedo, sentía desvanecer sus fuerzas. Su frente perdía el color y sudorosa abrigaba tantos pensamientos, tantos sueños por cumplir... Sus gélidos dedos buscaban el calor guardado en las robustas manos que le asían. En un repentino latigazo de dolor, se aferró a él como queriendo con eso atraer la vida. No le soltaría, ni ahora ni nunca. Él siempre estaría junto a ella. Le amaba con toda el alma. Asustada dejó escapar las lágrimas por sus lívidas mejillas, mientras él se las bebía en un beso, sin poder evitar aún su propio llanto. Se dejó caer procurando el aire en un quedo gemido... Luchaba. Siempre se consideró fuerte, y esta vez no se sería distinto. No se dejaría ganar. Un tormento corrió vertiginosamente por sus venas. Gritó. Buscó sus ojos marrones. Y allí estaban, amantes, brillantes, ahogados... Creyó que el final se acercaba, que después de todo estarían bien...Cerró los ojos cansada. Suspiró de nuevo. Su corazón se detuvo por unos instantes. Sintió paz. Y se llenó de amor cuando de pronto un llanto agudo inundó de luz la habitación. Se miraron, complacidos. Con el rostro iluminado le dieron la bienvenida a la primera flor de su inmenso amor...

martes, 1 de marzo de 2011

Plástica

Dicen que eres plástica, que no te importa nada. Sólo vives para la moda. Y ahí te muestras altiva, feliz, orgullosa de tu figura perfecta. Me ignoras, yo te observo cada mañana. Ni te enteras cuantas personas pasan por aquí. Simplemente disfrutas que ojos ajenos se paseen por tu integridad, entre ellos y como uno más, te contemplo. Me embriago con tu elegancia. Me detengo unos minutos para que mis pupilas hambrientas te devoren. Permaneces allí. En silencio. Lejana. Sofisticada. Inalcanzable. Casi ausente. Tan presente en mi pecho. A medias sonríes, quizá algún día de soslayo descubras que te acompaño siempre, y tu mirada se pose en mis ojos. Sueño con la posibilidad de poseerte. De tenerte en mis manos, que sea yo quien adorne tu silueta. Que mis dedos recorran tu toda tu superficie y logre la ideal combinación. De tu belleza y mi ingenio. De mis ideas y tu perfección. De mis bocetos y tu geometría. Dicen que no tienes sentimientos, que bajo tus pechos erectos, solo hay un vacío. Sin embargo, me amarás, porque sólo yo podré elevar tu hermosura... Me acerco un poco más, y mi aliento dibuja una nube en el cristal que nos separa. Reacciono. Miro el reloj, se hace tarde, debo continuar. Me marcho y te dejo la promesa de ser el responsable de la próxima colección...

miércoles, 23 de febrero de 2011

En el mismo café...

Sentados en la misma mesa. Tan distantes. Pensando el uno en el otro. Han probado el mismo café, en la misma taza tal vez... Él, concentrado en sus negocios. Ella con la mirada en cualquier lugar. Sus cabezas llenas de ideas, proyectos, deseos, sueños. Sus pechos vacíos, fríos, ausentes. La sonrisa perdida en tantos labios ajenos de aquel bulevar. Adornan las horas con palabras prestadas, de terceras voces, con la sola idea de ganarle al azar... Esperan, quizá a que un golpe de suerte les cambie la vida, o un nuevo tramonto les haga girar el timón a un rumbo distinto; todavía esperan. A reflejarse en sus ojos. A entrelazar los dedos. A ser salvados. A sortear la rutina en el mismo café. Su barba recién afeitada, expectante de sus labios carmín. Sus manos impecables acariciadas solo por la servilleta y el frío. Ella levantó su mirada una vez más, no le encontró. Él, clavó su atención en la noticia, y aprestó el oído. No oyó su nombre. Solo sonó una canción. La de ambos. Acordes que erizaban sus pieles ansiosas. Dermis cubiertas de huellas equivocadas. De pronto, una mueca se esforzó por parecer una sonrisa y se colgó en sus labios recién humedecidos del último sorbo. ¿Dónde estará eso que en silencio añoran? ¿En qué momento descuidaron aquello que tanto han atesorado? ¿En qué punto exacto de esas calles colapsadas se encontraba la luz que espantaría las sombras de sus ojos cansados? Una pequeña posibilidad de culpa y redención se paseó en sus mentes. Tal vez no era el momento, probablemente hayan esperado en la lugar preciso pero en un tiempo imperfecto. Decidieron cambiar de hábitos, con la desesperada creencia de engañar al destino. Ella regresó a la misma mesa, pero esta vez a despuntar el día. El se sentó por su café, pero ahora cuando dormía el sol...

domingo, 13 de febrero de 2011

7 Minutos

Sus manos dispuestas le rodearon lentamente. Liberó el lazo que le clausuraba. Procedió a descubrir en su interior. Le halló cómoda y plácidamente vehemente… Asió scon suavidad sus límites curvilineos. Le sostuvo, con una sonrisa plácida, entre sus dedos por unos minutos. En un lúdico instante, se entretuvo imaginando el placer que obtendría… Devoró su perfume satisfecho. La ansiedad aumentaba exponencialmente con cada segundo suspendido. Acercó sus labios. Con un ligero beso unió por primera vez su avidez con la suavidad de su deseo. Ligeramente procuró la llama. El fuego encendido entre los dos, separaba apenas su anhelo del aire compartido. Un aire que sería consumido en apenas siete minutos. No disponía de más, por tal razón prolongaba el placer. Acortaba la prisa. Suspendía el consumo. Contuvo la respiración por escasos segundos, mientras observaba como ardía silenciosamente. Pretendía aumentar el calor hasta perder la cabeza. Un segundo encuentro de labios, confirmó la rendición. Suspiró. Un vapor cubrió el espacio, y nublado su aire, cerró los ojos para pensar en ella otra vez. Sentía como corría por sus venas la pasión encontrada, dejando escapar diminutas pavesas como luciérnagas suicidas que danzaban en la frialdad nocturna. Su sabor colmó su boca, y su pensamiento se detuvo nuevamente en sus ojos. Un desasosiego vencido. Un paz infinita. Un recuerdo indeleble. Un momento para sí. Siete minutos. Creó imágenes en el espacio oscuro, en su mente alerta, en s pecho enamorado... y otra plácida sonrisa invadió sus labios. Dejó el resto... y volvió adentro.