miércoles, 28 de julio de 2010

En la red

Tiritaba. De miedo, de frío, quién sabe. Sus vibraciones le enviaban un mensaje directo. Allí estaba. Cautiva. Se le acercó. Quizá babeó. Le observaba con sus miles de ojos, o quizá no le veía directamente. Sólo percibía como la luz se desvanecía ante su presencia inminente. Le rodeo con sus ocho brazos. Acarició su vientre. Cubrió su trémulo cuerpo. Temblaba aún. La seda le robó el frío. El miedo persistía. Había olvidado cómo llegó allí. Sólo recordaba el aire colarse entre brazos, su espalda, su libertad... Aún relamía el dulce sabor que encontró hace un par de horas. De esa fruta robada. Ya no sentía frío. Ni podía moverse. De pronto un abrazo firme y fuerte cubrió su cuerpo. Sintió algo parecido a un cálido beso... Un ardor recorrió su integridad. Suspiró. Si apenas podía. Había caído en su red... Era tarde ya. Le poseyó. Le consumió. Un zumbido colmó sus oídos. Un zumbido suplicante que convirtíose en susurro... un gemido que le envolvió de muerte...