jueves, 26 de agosto de 2010

Tu Papalote

De tus manos me dispuse a volar. Me eché al viento atado a tus dedos. Alcancé las nubes, quizá una estrella, para bajártela y colgarla en tu pecho. Pasee en tu cielo, seguido por tus ojos. Bailé sobre ti procurando tu sonrisa. Con tus ojos en mí, levité. Suspendido en el aire, empecé a quererte. Liado a tu piel logré hacerte feliz. Te observaba desde arriba, suspirabas desde allí. Unidos por el sedal. Ese que agitabas a tu antojo para hacerme subir más... Y más alto llegué, donde tu deseo pudo llevarme. Prescindiendo de alas toqué tu firmamento. Escribí tu nombre entre las nubes y un te quiero escondido en el azul... Cuando caiga el sol me enredarás. Me acercaré a ti un poco más. Volveré a tierra. Esperaré vuelvas a elevarme... Sólo tú me has hecho un papalote...

jueves, 19 de agosto de 2010

Un Circo


Bajo la carpa había un mundo que juntos conquistamos. Saltando sin red, de trapecio a trapecio, jugábamos libres, como niños, como animales, como cómplices... Reímos de las payasadas de siempre, las nuevas, improvisadas, nuestras. Entré en tu jaula y domé tus leones. Degustamos el fuego, el filo de los sables... Entre acrobacias y malabares nos burlamos de la cotidianidad y de la rutina cada mañana. Atravesaba cada tanto tus aros encendidos con la única idea de arrancarte una sonrisa, o tal vez un aplauso. Perdidos en lúdicas contorsiones hacíamos saltar los miles de conejos de nuestros sombreros. Aquella noche me regalaste un As de corazones que ocultabas en tu manga. Siempre lograbas enternecerme con tu magia. Con tus trucos, tu prestidigitación en mi... Un circo en mi pecho ha vivido conmigo con cada minuto a tu lado... Develaste mi propio destino, leído en mis pupilas una tarde de plena función. Me enseñaste que la vida es pueril cuando el amor colma las horas. Hoy que se ha ido la caravana con la puesta del sol, me dejas las pulgas, la ilusión, el encanto. Un ensueño, un jolgorio, un deseo de no envejecer jamás.

lunes, 9 de agosto de 2010

A bordo

El viento te llevó allí. El agua y la sal bautizaron la entrega. Tu piel a cielo abierto mostró tu sol que quemó cuerpos desnudos... Estuve adentro. Formando parte de ti. Recorriéndote. Subió la marea, su espuma cubría cada palmo, cada rincón, cada espacio... Las nubes eclipsaron tus ojos miel, y un sabor amargo se alojó en tus labios. Se alejaron las golondrinas. El cielo se tornó gris y dio paso a la tormenta. Como un lastre que cae al mar, me deslice por entre tus piernas. Con un dolor que desgarraba mi alma y tu cuerpo, me decías adiós... Me aferraba. La olas me empujaban al fondo. Ya no era bienvenido a bordo... Tus labios quebrados dejaron escapar lo que pudo ser mi nombre... Fue entonces cuando cerraste tus dedos. Quisiste detenerme... Era demasiado tarde... La luz que invadiría tus días se desvaneció. El carmín tiñó mis lágrimas. Con un grito ahogado, me observabas temblorosa, escurrirme por el drenaje...

martes, 3 de agosto de 2010

Estrella


Fugaz. Como aquella estrella que desaparece en instantes del firmamento, llevándose este deseo a medio cumplir. Como la marea que vuelve una y otra vez a nuestras costas, dejando su refrescante sabor a sal. Rasgamos la noche con el afán de seguir jugando a la licantropía. La luna se hizo cómplice de esta nuestra locura. Las horas, agotadas como las razones para no volver, quedaron marcadas con tu olor. El sabor que te dejé permanecerá unos pocos días más... Allí... Donde no hay porqués. Donde tus excusas no encuentran asideros y caen de a poco, como pétalos de rosas, como nuestras ropas tras cada beso consumido... Las estrellas jugarán a arrancarnos deseos perdidos; nosotros, a caer rendidos. No hay certeza de un nuevo comienzo. No hubo pausas ni promesas. No hay esperanzas ni paciencia. Qué importa lo que pudimos pensar cuando descubrimos el sol en nuestras miradas. Sólo queda el perfume, un tremor, la suave luz de la alborada... Hasta que se borre esta sonrisa compartida. Hasta que la noche, la luna o la misma locura nos haga tropezar...