miércoles, 30 de marzo de 2011

Mi amigo Jack.

Se abrió paso de entre la multitud. Sus ojos inquietos le buscaban desesperadamente en los innumerables rostros felices que se acercaban curiosos. Apuro la sonrisa, vistió el mejor brillo de sus pequeñas pupilas. Hoy sería el día. Hoy sería diferente. Cada tarde observaba venir la marea de constantes visitas. Aquella que ahogaba su intranquilo corazón con la más dulce esperanza de encontrar su lugar. Las caras paseaban, cual feria fugaz, con sus risas, silbidos y gestos. La caravana se iba al final del día, dejando paso al frío nocturno. Para luego encontrar el vacío y la melancolía... Cuántas noches lloró en silencio. Tantas lágrimas contadas a través de las barras. De qué manera le extrañaba. Pero esta vez no. Ese era el momento. Se lo había prometido a sí mismo. Hoy vendrá por mí- se dijo-. Y volvió a luchar otra vez. Se esforzó como nunca. Hoy dirán su nombre. Aprestó el oído para ganarse un espacio entre el bullicio hiperquinético que le rodeaba. Y en un instante inesperado había sucedido. Dos grandes ojos verdes se detuvieron en los suyos. Su cuerpecillo se estremeció en un temblor nervioso. Le iluminó con su inocente sonrisa. Mostró los dientes otra vez. Y su corazón y su aliento se detuvieron por microsegundos, cuando le tomó entre sus brazos. "Hola, Jack". Le dijo con enorme ternura. Sus ojos se ahogaron al oirlo. Jack. Jack. Lamió sus mejillas. Con un dulce ladrido le prometió ser su fiel y eterno amigo.

2 comentarios:

lanavestelar dijo...

tienes talento para la narrativa amigo, sigue así.

Ángel dijo...

Gracias, amigo