viernes, 14 de diciembre de 2007

Una pausa...

Ahora que el año está por terminar, y el sueño se apodera cada día más de mis ojos, debo detenerme un poquito y sopesar; todas esas cosas que he hecho a lo largo de trescientos y tantos días. A veces voy tan rápido o tan lento, que no me es posible disfrutar de los logros ni sufrir los tropiezos; quiero decir hacerlo como es debido. De vez en vez se escapa una espontánea lagrimita, de felicidad o de tristeza, pero esa sensación extraña no me dura más de treinta segundos, porque enseguida empieza mi cabeza a planear, pensar, ordenar u ocuparse del resto de las cosas que faltan por hacer. Cosas inconclusas, debido a la falta de tiempo, exceso de hastío o simplemente porque son u conjunto de actividades que se vuelven un todo. Nada me es suficiente. Siempre quiero más. Nada está completo. Nunca estoy satisfecho. Esta hambre constante, que parece gula y por ende pecado, me ha impulsado a luchar por los sueños y por cada objetivo trazado, que aunque a veces mi voluntad flaquea, por cansancio o pereza, esa ambición me pone otra vez en el camino y me obliga a subir un peldaño más… También debo reconocer el efecto maravilloso que logran los pocos pero excelentes amigos (un millón de gracias a todos ellos) que refriegan la realidad ante mis ojos para conectarme a tierra una vez más… En fin, creo que todo tiene su momento, su cantidad, su limite, espero aprenderlo pronto y dejar de excederme… Por ahora, con este humeante café repasaré por cada experiencia vivida, para obtener el balance. Lo que gané, lo que perdí, canto invertí, lo bueno, lo malo, lo desechable, lo repetible… y por supuesto lo aprendido y lo aprehendido…

3 comentarios:

julio-entuinterior dijo...

Vengoa ti desde Avellaneda.
"Siempre quiero más", dices, pero eso ¿alguna vez acabará? Porque si ni fuera así, siempre ibas a vivir insatisfecho, ¿no?.
Llegar a sentir una sensación: ¡No quiero más!, me encuentro plenemente satisfecho, creo que deberíamos aspirar a eso.
Encantado de comentarte

Un saludo

Anónimo dijo...

Indistinto del hemisferio y del ciclo laboral, parece que a todos nos pesan los ojos terminando el año. Creo, sin embargo, que esas emociones breves en el tiempo van quedando dentro de nosotros sin que nos demos cuenta.

Mantén esas ganas de querer más...sin que por ello te ciegues en un ideal que esté, de momento, fuera de tu alcance (porque tenemos que saber lo que calzamos). Saludos cordiales.

Sebastian Filipputti dijo...

Lo mas y lo mejor que desees, siempre aferrados a vivir sin temores, pasamos por la cresta o por la parte baja de la ola, pero siempre es mejor estar en ella que en la orilla viendo la mar sin mojarse...
Escribí el último post del año en mi blog, ya que parto a un destino distante y raro para pasar el año nuevo de manera singular, y paso por acá a desearte la mejor noche buena y el mejor año nuevo que desees tener.
Un abrazo