sábado, 24 de enero de 2009

El centro de mi equilibrio...


No me ha servido intentar contar hasta diez porque no he llegado al cinco cuando ya me estoy riendo... No he terminado de celebrar la última risa cuando ya he juntado las cejas otra vez. Sí, estoy exagerando, pero lo cierto es que mi humor se ha convertido en un tío vivo que no deja de girar y que siempre vuelve al mismo punto... Como un led intermitente de navidad, mi ánimo se apaga y se enciende cada cierto tiempo... Y así he andado por la vida durante los últimos días, paseándome en una onda senoidal de temperamento... A veces con razones otras tantas sin ellas. No he podido controlarlo. Tal vez no he querido. La rabia es quizás por cosas no resueltas, no claras aun... la explosión de alegría deviene de asunto medio ganados, de pequeños pasos que conquisto de a poco... Es allí donde esté el meollo de todo. Es un punto intermedio. No sé si enojarme porque no estoy más lejos o más rápido, o contentarme y brincar porque estoy más cerca que ayer... Listo! Una solución salomónica sería mantener una actitud neutral... Ni mucho ni poco, ni calvo ni con dos pelucas... Y esperar un poco quizás... porque en el centro está el equilibrio y si lo mantengo bien no caeré jamás!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tú lo has dicho, se trata de encontrar un equilibrio!

Nadie está feliz todo el tiempo ni nadie puede ser tan cascarrabias para no reír jamás (ni si quiera yo!).

Cada día tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, el chiste es disfrutar las primeras y sobrellevar las otras lo mejor posible.