jueves, 2 de agosto de 2007

Seamos Niños

"¡Madura!"Como un fuerte gancho derecho sentí en mi ego ese grito hace un par de noches... ¿Inmaduro? ¿Yo? Si desde chico me jactaba de ser maduro para mi edad o que por lo menos realizaba razonamientos más profundos que el colectivo común; sí , alguien se atrevió a gritarmelo en cara!... aunque analizándolo bien... tenían razón, no tengo por qué molestarme... ¡Soy un inmaduro!¿Y qué? Siempre he cultivado ese niño interno o mas bien externo o simplemente ese niño que soy, que he sido y que siempre seré. La infancia es una de las más hermosas etapas de nuestras vidas (por no decir la mejor) Cuando somos niños, somos libres, audaces, creativos, atrevidos, sin mirar los protocolos, espontáneos, sinceros. Somos capaces de jugar, correr y reir hasta quedarnos sin aliento. De cualquier cosilla construíamos un palacio, una historia, una aventura, un mundo entero de maravillosas cosas!!! Cuán limitados estamos a veces por tanta ocupación, preocupación, madurez? o prematura senilidad? Me anoto a la eterna sonrisa, a lo impredecible de la locura que encuentra lo lúdico en todo, la transparencia, la autenticidad y la picardía de los nenes, y por supuesto lo que más me gusta: la chispa constante, la disposicion de pasarla siempre bien sin importar nada más; esa actitud jovial, fresca, pero por supuesto de la mano del discernimiento y de la buena razón que te dan los años para no parecer un irresponsable... Me declaro infante a los casi 30, a los 40 y hasta que el tiempo quiera hacerme reir... Desde aquí se ve el mundo lleno de colores, con esperanza, con optimismo, con la posibilidad de transformarlo en algo mejor... y si mis "superpoderes" no son suficientes, por lo menos lograré que mi vida y la de los que me rodean con afecto sea un tanto más radiante y divertida...

1 comentario:

Kocol dijo...

Me parece muy violento que una persona piense que tiene derecho sobre otra e intente amoldarla cual trajecito hecho a la medida. Son momentos en los que no medimos el efecto en el otro y que sirven para reflexionar y darnos cuenta de qué queremos para nosotros mismos... Pero más allá de eso, Angelito, no hay nada más puro y honesto que actuar desde el interior, desde las entrañas, desde el niño que todos somos y nunca dejaremos de ser. Fíjate que, al final, siempre podemos sacar aristas buenas de los segundos más oscuros; si situaciones así te hacen detener y pensar en quién eres y, mirándote al espejo, puedes sonreír y gustarte lo que ves, pues esa persona te hizo un favor y reforzó tu perfecta sensibilidad.